A finales de los años 90, una buena parte de mi tiempo transcurría en la casa de mis abuelos maternos. Ese hogar, ubicado entre las calles Río Negro y México/Zelmar Michelini, era mi refugio. No conocía un lugar mejor ni personas más entrañables con las que estar durante esa etapa de mi vida. ¿Qué puedo decir de aquel lugar y ese tiempo? ¡Fantástico e inigualable! Para un niño, los días parecían pasar sin prisa, como si el mundo entero se tomara un respiro. Era un lugar donde deseabas que el tiempo se detuviera. Pero, como bien sabemos, eso nunca sucede.
El tiempo pasó y todo aquello cambió. Personas, lugares, recuerdos… todo se transformó. No se trata de que "desapareciera", sino de que siguió el curso inevitable de la vida: evolucionó. Vivimos en un mundo en el que todo cambia constantemente, a veces para nuestro agrado, otras no tanto. En ocasiones entendemos los cambios, y otras simplemente no tienen sentido. Lo cierto es que aferrarnos al pasado con fuerza nos lleva al dolor, cuando quizá lo más sabio sea aceptar el cambio y permitir que la vida siga su curso.
Del pasado al presente: una mirada hacia el cambio
El cambio, aunque incómodo, es necesario para avanzar. Aprender a soltar y liberarse de la necesidad de controlarlo todo se convierte en un acto urgente. Mirando hacia atrás, desde aquellos años hasta el presente, puedo ver la cantidad de experiencias, emociones y recuerdos que jamás hubiera vivido si el tiempo se hubiera detenido en aquella época.
Curiosamente, una de las lecciones más valiosas que aprendí es que, aunque tuve una infancia maravillosa, esa bendición no es exclusiva. Otros niños, de otras generaciones, también experimentan la alegría de un hogar cálido y amoroso. Reconocer esto fue, al principio, un golpe incómodo, pero con el tiempo entendí que no resta valor a lo vivido; al contrario, lo enriquece.
En los últimos años, muchos cambios han pasado por mi vida, y estoy seguro de que el próximo año no será la excepción. Por eso escribo este texto: para recordarme que el cambio es parte esencial de nuestra evolución. Tal vez a alguien más le sirva, como a mí me ha servido escribirlo (y corregirlo… varias veces, claro).
Para cerrar, me tomo la libertad de citar a uno de los autores que más ha influido en mi manera de pensar, Estanislao Bachrach:
"Cambiar es aceptar que no siempre vas a estar bien, ni siempre vas a tener razón, ni siempre vas a querer lo mismo para tu vida porque, por suerte, vamos evolucionando."